AVIER YANES - MADRID - 09/03/2009 20:00
Santino no hace honor a su nombre. Este chimpancé de 30 años lleva un decenio trayendo de cabeza a los cuidadores del zoo de Furuvik, en Suecia. El motivo, más que una costumbre curiosa, es un rasgo de comportamiento hasta ahora inédito en su especie. Como otros simios, Santino arroja piedras a los visitantes. Pero a diferencia de otros, es capaz de trabajarlas y almacenarlas con tranquila premeditación para luego lanzarlas con gran despliegue de agresividad a los incautos humanos.
Lo que convierte la anécdota en ciencia es su paso por el tamiz de una publicación rigurosa comoCurrent Biology. El primatólogo de la Universidad sueca de Lund, Mathias Osvath, recogió, valoró y contrastó la información, a la que unió sus propias observaciones. Santino, macho dominante de un clan de chimpancés que ocupa una isla artificial en la instalación del parque, recolecta piedras del lecho del foso y las apila en montones a lo largo de la orilla que mira a los visitantes. Esto lo hace antes de la apertura del parque. Según Osvath, la separación entre los momentos de acopio y de ataque, así como los distintos estados de ánimo en ambos casos, indican una "planificación del futuro".
Visión de futuro
El estudio no es el primero que muestra esta visión de futuro en los grandes simios. El primatólogo catalán del Instituto Max Planck, Josep Call, fue pionero en 2006 al publicar en Science que bonobos y orangutanes guardan herramientas para uso futuro. Call explica a Público que "en 2008 se confirmó en chimpancés, algo que ya esperábamos". El uso de piedras como proyectiles es algo que el propio Call ha observado anteriormente en el zoo de Barcelona. "Lo realmente novedoso en el estudio de Osvath es la fabricación". El sueco relata en el estudio cómo Santinopasó de cosechar piedras del foso a trabajar su propia munición: golpea el hormigón para detectar dónde suena a hueco y aprovecha las fisuras para arrancar bloques que esculpe en forma de discos.
"Es una muestra más de la plasticidad del sistema nervioso complejo de los simios", dice Call. "Existen capacidades latentes porque no ha surgido la necesidad de emplearlas, pero que pueden desarrollarse si aparecen las condiciones", añade el científico. Tanto Call como Osvath creen queeste tipo de comportamiento puede manifestarse también en la naturaleza. Osvath apunta que "los chimpancés salvajes deberían ser mejores planificando, porque quizá lo necesiten para sobrevivir. Los del zoo no se enfrentan a los peligros de la selva". Call valora cómo el trabajo de Osvath "añade los datos de observación a los experimentales" y confía en que nuevas observaciones confirmen las ya disponibles: "Es de esperar que comiencen a aflorar datos de otros zoos".
Un 'mundo interior' encerrado en el zoo
Call subraya que muchas barreras entre el comportamiento de humanos y simios han caído. En un estudio en ‘Biology Letters’ que Call adelantó recientemente a ‘Público’, describía una conducta inédita en los chimpancés. A la habilidad de pescar termitas con ayuda de varas, el nuevo trabajo añade una mejora artesanal: los simios de una región del Congo deshilachan con los dientes el extremo de la rama para fabricar un pincel que es “más eficaz en la captura de termitas”, dice Call.
Osvath apunta que probablemente los chimpancés tienen un “mundo interior” que les hace capaces de “revisar el pasado” y “pensar en el futuro”. Call sugiere que esta capacidad debía estar presente ya en el ancestro común, hace 14 millones de años, pero advierte de la dificultad de generalizar estos estudios: “No todos los humanos pueden producir la teoría de la relatividad de Einstein”.
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